Con una biografía de novela, la historia del joven director de la Filarmónica de Checoslovaquia que rehusó saludar a los oficiales nazis y después escapó del comunismo, Kubelík mantuvo el gran valor demostrado atreviéndose a programar, en su breve paso al frente de la Orquesta Sinfónica de Chicago, una combinación de música moderna (Hindemith, Bartók y Schoenberg) y romántico tardío. Más adelante, sería invitado por la Filarmónica de Nueva York y el Met, así como por las Filarmónicas de Berlín y Viena, antes de regresar a su tierra natal.