El secreto del éxito de Brothers Osborne a mediados de la década de 2010 seguramente esté en una improbable mezcla de imaginación musical y pura determinación. La voz gutural de TJ se sitúa a medio camino entre el country de la vieja escuela, el R&B y el rock sureño, mientras que la guitarra de John, siempre fiel a las esencias, evita que el dúo caiga en las veleidades pop de muchos de sus coetáneos. Pawn Shop, un álbum debut en el que su identidad se revela ya plenamente formada, demostró la viabilidad comercial del proyecto en 2016. Los siguientes, Port Saint Joe y Skeletons, descubren nuevos ángulos en sus acercamientos al funk y un olfato privilegiado para las melodías que se quedan grabadas al escucharlas.