La primera mujer conocida por haber compuesto ópera, Francesca Caccini, también fue una cantante talentosa y admirada, como lo demuestran las cautivadoras líneas vocales de sus canciones y arias. La música formaba parte del legado de Caccini, transmitido por su padre, el compositor y cantante Giulio Caccini (1551-1618). La compositora y cantante italiana perfeccionó sus habilidades vocales en una célebre colaboración con su hermana y su madrastra en el concerto delle donne. Nacida en Florencia en 1587, Francesca se convirtió en una de las intérpretes mejor pagadas de la Italia del siglo XVII. Adoptó las revolucionarias nuove musiche (nueva música, en español), el estilo expresivo de canto solista acompañado que su padre había impulsado, y lo utilizó para transmitir emociones intensas en su Il primo libro delle musiche (1618), una colección clave de canciones solistas y dúos, tanto sacros como profanos. La liberazione di Ruggiero (1625), su primera ópera conocida, explora el tema de las mujeres y el poder a través de una rica variedad de canciones, danzas y piezas instrumentales. Las numerosas obras dramáticas de Caccini, compuestas entre 1607 y su muerte, alrededor de 1640, desempeñaron un papel fundamental en los inicios de la ópera italiana.