Este soberbio talento francés ha desempolvado repertorios olvidados con la inusual textura de su voz, que combina la potencia masculina con la delicadeza femenina. Con la sutil agudeza que sólo su voz le permite, su aliento se acomoda a la perfección en cantatas y oratorios de compositores barrocos como Vivaldi y Scarlatti. Asimismo, el contratenor domina las complejas óperas de Monteverdi y Battista Bassani, las cuales exaltan su virtuosismo.