Renaud tomó por asalto la escena musical de su país en los años 70, con su look de clase obrera y emblemático paliacate rojo. Su actitud rebelde se reflejaba en las letras de sus canciones: mordaces, irónicas y críticas de las costumbres y políticas de su país. Las subidas y bajadas de su intensa vida personal no afectaron su lugar en el gusto del público francófono, que ya tenía una debilidad por esta clase de artistas polémicos. Desde entonces, ha sido uno de los favoritos con canciones que ya son clásicos.