Aunque comenzara a pinchar a principios de los 90 en los clubs de techno y house de Bremen, Stefan Brügesch siempre tuvo una debilidad por la escuela experimental de compositores serialistas como Karlheinz Stockhausen. Inspirado por sus investigaciones sobre la vanguardia, Bug fue depurando su estilo de electrónica hasta llegar a un minimal funk bailable, alejado del techno más frío de contemporáneos como Richie Hawtin. Además, es una figura crucial de la escena dance alemana gracias a su sello Poker Flat, que ha fomentado la carrera de artistas como Trentemøller.