Nicolás Barragán ha sido un tipo inquieto desde sus tiempos como Pet Fella, a comienzos de la década de 2000. Al frente de LosPetitFellas, convirtió Bogotá en el centro de operaciones de una revolución musical que no conoce géneros ni fronteras. Aunque es tentador definirla como rap, la banda se mueve entre el jazz, el funk y el soul sin perder la exuberancia lírica del hip-hop, que se materializa en letras unas veces disparatadamente lúdicas y otras tan profundas como cortantes. Casi una década después de su debut, los colombianos suenan más libres que nunca, atados únicamente a un instinto musical que encuentra petróleo en los parajes más inesperados.