Como en todos los movimientos artísticos, la era romántica no tiene fronteras bien definidas. Aunque abarca de 1820 a 1910, la música del periodo puede dividirse en temprana y tardía. Las últimas obras de Beethoven, por ejemplo, suelen considerarse los albores del Romanticismo, aunque muchas personas que vivieron y escribieron hasta bien entrada la explosión musical del siglo XX comenzaron en una tradición más romántica. Richard Strauss se mantuvo fiel a ella hasta finales de 1940 en obras como Cuatro últimas canciones. Al igual que en las artes plásticas y literatura, quienes componían durante esta época buscaban la autoexpresión, emociones a gran escala y nuevas ideas. Una de las mayores personificaciones de esta urgencia creativa fue Richard Wagner, sobre todo en su gran ópera Tristán e Isolda.