El imparable himno queer “1950” nos descubrió a King Princess, una neoyorquina recién salida de la adolescencia que no sonaba como nadie en 2018. Llegado apenas un año después, Cheap Queen superó las expectativas de los más optimistas con una suerte de suite conceptual sobre una relación de pareja que nos lleva del arrebato embriagador del primer flechazo a las heridas íntimas de la edad adulta sobre heterodoxas melodías pop, sintetizadores parpadeantes y arreglos que forman un paisaje sonoro fascinantemente detallado. Sofisticadas pero accesibles, las canciones de King Princess suenan como la primera colonia de un nuevo imperio pop.