Aunque no es el instrumento más famoso, y a menudo se le considera cómico, el fagot ha tenido una sorprendente permanencia en cuanto a su lugar en la orquesta. Se introdujo por primera vez en la época del Renacimiento y ha seguido siendo relevante a lo largo de la historia. Es conocido por su tono grave y suave resonancia, siendo una pieza clave en obras barrocas y de cámara, así como en partituras cinematográficas y piezas solistas.