Inspirado a partes iguales por la música electrónica más vanguardista y las románticas atmósferas del cine clásico, el trabajo de Harry Gregson-Williams es, junto al de su hermano Rupert, uno de los más apreciados del Hollywood actual. Aventajado discípulo de Hans Zimmer, el británico tomó buena nota del uso que su maestro hacía de la percusión y las cuerdas a la hora de tejer las partituras de Dèjá vu o El justiciero, mientras que en cintas como Misión Rescate o Cowboys & Aliens es su vena más innovadora la que combina con atrevido acierto instrumentos clásicos y sonidos electrónicos.