Jimmie Allen pasó temporadas viviendo en un auto en Nashville antes de que “Best Shot” lo convirtiera en el primer artista negro en debutar en el número uno de las listas de country estadounidenses. El sencillo, una irresistible canción de amor de coro inolvidable, fue sólo el primer éxito de una carrera que alterna entre las melodías pop y las baladas de carretera polvorienta. Su segundo álbum, Bettie James, confirma a Allen como estrella con voz propia y socio ideal de una ilustre lista de colaboradores que va de Brad Paisley (“Freedom Was A Highway”) a los pioneros afroamericanos Charley Pride y Darius Rucker (“Why This Is Over”).