Siempre en el filo de una controversia que les hizo ganar tantos seguidores como detractores, Children of Bodom fueron, junto a bandas como Arch Enemy, In Flames o Amon Amarth, responsables de la apertura al público masivo que el metal extremo experimentó a finales de los 90. Guiados por la pirotecnia guitarrera y la punzante voz de su fundador, Alexi Laiho, los finlandeses elevaron la compleja fusión de thrash, death, power y heavy metal –desplegada en discos como Hatebreeder o Follow the Reaper– a un nivel de popularidad hasta entonces inconcebible para un grupo de sus características, abriendo así las puertas de los festivales y las listas de ventas a toda una legión de practicantes de los sonidos más duros. Tras la disolución de la banda en 2019, Laiho planeaba proseguir su andadura bajo el nombre de Bodom After Midnight, pero su trágica muerte a finales de 2020 con solo 41 años dio al traste con el proyecto y cerró con una negra página uno de los capítulos más brillantes de la historia del metal finlandés.