Cuerpecito mío

Cuerpecito mío, qué bien me has servido,

todos estos años, casi sin quejarte.

Siempre despertando cuando yo lo hacía.

Siempre respondiendo a mi voluntad.

Cuerpecito mío, que has ido creciendo,

siempre dependiendo tú de mí y yo de ti.

Nunca reclamaste más que un trago de agua,

algo de alimento y un lecho en que dormir.

Eres mi fuente de placeres. Eres mi maestro en el dolor.

Sostienes todos mis enseres. La Sangre manda desde el corazón.

Cuerpecito mío, a cuestas me llevaste

cinco continentes, aire, tierra y mar.

En las cimas del mundo hasta congelarte.

En las profundidades casi sin respirar.

Si un algo de veneno, alguna vez te he dado,

fue solo intentando salir de ti un instante

por ver qué se sentía y probar un adelanto

cómo será algún día nuestra separación

Cuerpecito mío, has de perdonarme

todo lo que a veces dije sobre ti

que tú eras solo carne mortal y pasajera

frente al alma verdadera de mi espíritu inmortal

Ahora he aprendido que tus átomos eternos

Algún día en tierra me convertirán

En parte del paisaje o de otros cuerpos

La cadena infinita del ciclo material

Eres mi fuente de placeres. Eres mi maestro en el dolor.

Sostienes todos mis enseres. La Sangre manda desde el corazón.

La sangre manda en cada pulsación. La sangre manda.