Crediti

PERFORMING ARTISTS
The Harmony Group
The Harmony Group
Performer
COMPOSITION & LYRICS
The Harmony Group
The Harmony Group
Songwriter
Manel Rouras
Manel Rouras
Songwriter

Testi

Un barquito chiquitito
En un pueblecito de costa, a orillas del Mediterráneo y lejos
De su capital natal, veraneaba Luismi. Se pasaba el año soñando
En que llegasen los días de vacaciones para poder disfrutar
Junto a sus abuelos, del mar, el sol y la calma que proporcionan
Los largos días de verano perfumados de azahar. Luismi era un
Niño algo tímido, siempre le había costado relacionarse con
Los demás. Tenía amistad con los compañeros del colegio, pero
Se pasaba el día jugando solo. "No necesito a nadie para divertirme"
, Era lo que solía responder cuando se le sacaba el tema
En verano se despedía de ellos y se lanzaba a la aventura
De pasar dos meses junto al mar, era un gran nadador
La casa de los abuelos estaba en el casco antiguo del pueblo, a pocos
Kilómetros del mar y rodeada de otras casas blancas que habían sabido
Mantener su aspecto original. Calles estrechas con oscuros suelos de
Piedra y balcones repletos de geranios de todos los colores. Era un
Pueblo con sabor auténtico y con todas las comodidades de la vida de
Ahora. No como las nuevas urbanizaciones de primera línea
De mar, donde habían construido edificios enormes de ocho
Y diez plantas, transformando en asfalto lo que habían sido
Pinares junto al mar. Urbanizaciones que habían traído
Consigo a miles de personas a disfrutar del paisaje cambiado
Personas que disfrutaban del pueblo únicamente en verano
La casa era conocida por los lugareños como "La Blaueta", ya que era
Tan pequeñita, tan estrechita su fachada que, cuando cerraban los
Porticones pintados, toda la casa se veía azul, "blau" en valenciano
A Luismi lo que más le gustaba era ir a pescar con su abuelo. Lo
Hacían muy temprano, antes que saliera el sol, y allí se plantaban
Los dos, sentados en sus respectivas sillas y frente a las cañas
A esperar que picasen. El yayo, que así llamaba Luismi a su abuelo
Le explicaba miles de aventuras, siempre las mismas, aunque con
Matices, que era precisamente lo que más le gustaba, le hacía sentir
En casa. Lo mejor era cuando bajaba la yaya y les traía unos
Bocadillos de tortilla para desayunar. Comían
Los tres juntos y subían a casa con la pesca que
En muchos casos, y cada vez más, era escasa
Desde que habían construido la urbanización Marina Sol, destrozando
Por completo La Roqueta, una roca emblemática del pueblo a orillas
Del mar donde antaño los jóvenes se daban el primer beso y que era
Ahora parte de una rotonda que daba entrada al puerto
Deportivo, habían desaparecido casi por completo los peces
Era casi imposible pescar doradas. Luismi las había
Llegado a probar de muy pequeño, pero ahora sólo las
Saboreaba a través de las historias que le contaba su abuelo
Después de pescar subían a casa y Luismi ayudaba a su abuela a
Preparar la comida mientras su abuelo se echaba una siesta en el
Sillón, haciendo ver que veía la televisión. Junto a su abuela
Aprendía a cocinar todo tipo de platos, sobre todo pescados y arroces
. Su plato preferido, cómo no, era la paella, que hacían juntos los
Domingos. La cocinaban en el patio de atrás, con leña de roble. La
Yaya siempre decía que la leña era la que le daba ese sabor auténtico
, Y así lo hacían, como un ritual. Primero, cortaban las verduras a
Trocitos muy pequeños y rallaban el tomate del huerto mientras que en
La paella se doraban los trozos de un pollo de su corral. Luego
Echaban el tomate y las verduras, donde no podían faltar las
Bajoquetas, unas judías del pueblo muy especiales. Cuando ya
Estaban a punto, venían los langostinos y las gambas. Era
Secreto de la familia ponerlas y sacarlas, ya que, una vez hechas
Se sacaban de la paella y se dejaban en un plato. Luego
Venía el elemento indispensable de la paella, el arroz. Luego
El agua, bien de leña y fuego para acabar y poner el marisco de
Nuevo. Madre mía, era un gustazo hacer y comer una paella así
Después de hacer de pinche, Luismi se echaba largas siestas. Le
Encantaba despertarse con la brisa del mar entrando por la ventana
Y aquel olor a azahar que desprendían los campos de naranjos que
Aún resistían en los alrededores del pueblo. Precisamente esos eran
Los momentos que le gustaba recordar cuando, en invierno, mientras
Hacía un examen, Luismi miraba por la ventana y, sin darse cuenta
Cogía aire como si por él se trasladara de vuelta a ese instante
Todas las tardes se asomaba por la ventana de su cuarto y veía a otros
Niños jugar en la plaza,Nunca se atrevía a decirles nada, él se moría
De ganas de jugar con ellos pero temía que le dijesen que no. Los
Yayos le animaban siempre a que bajara, pero no insistían al ver que
Su nieto se apuraba, pero en estas que un día vio pasar a una niña
Preciosa. Ya la había visto aunque nunca se había fijado en ella
Pero aquel día, sin saber por qué, no pudo dejar de mirarla. Le dio
Mucha vergüenza y se puso rojo como un tomate y aquel verano, desde
Aquel día, cada tarde se asomaba por la ventana para ver cómo aquella
Niña de cabellos rojizos bajaba al parque a jugar a la pelota o a
Comprarse un helado con sus amigos. Pasaban los días, y la calma que
Solía acompañar los meses de verano ya no era igual. En su mente
Siempre estaba la niña de los cabellos rojizos, no podía sacársela
De la cabeza y ni siquiera sabía cómo se llamaba. No se lo contó a su
Yayu cuando pescaba con él, ni a su yaya cuando cocinaba con ella
No podía, le sudaban las manos y el estómago se le cerraba. ¿Estaba
Enfermo? No lo entendía. Hasta que una nublada tarde de agosto
Luismi se armó de valor y bajó por primera vez en su vida a la plaza
Estaba dispuesto a presentarse a todos con tal de averiguar cómo se
Llamaba la niña. Bajó, se plantó frente a todos con las manos
Empapadas de sudor e intentó decir algo sin que se le notara que
Estaba temblando, pero de pronto oyó cómo un niño le decía: "
Pásamela!" y cuando se quiso dar cuenta una pelota se estrelló contra
Su cara con una fuerza brutal. Todos se quedaron en silencio, hasta
Que uno empezó a reírse y luego le siguieron todos. ¡Venga reírse a
Carcajada limpia! Luismi se quería morir y en estas que del cielo
Empezó a caer agua, llovía a mares y todos los niños corrieron a
Guarecerse bajo los pórticos, menos Luismi, que se quedó plantado
Con la cara ardiendo por el golpe y sin saber qué hacer. Muerto de
Vergüenza empezó a correr sin saber adónde. Corrió y corrió sin
Dirección alguna, lloraba y dejaba que sus pies le llevasen donde
Fuera mientras fuese lejos de aquel horrible escenario. Cuando se
Quiso dar cuenta estaba empapado y en medio de unos campos a las
Afueras del pueblo, pasada la autopista que cruzaba el bosque. Nunca
Había estado tan lejos de un lugar conocido, no dejaba de llover y
Empezaba a sentir frío en los huesos, así que buscó dónde
Resguardarse y encontró una pequeña casa de piedra. Parecía que de
La chimenea salía humo, así que corrió, picó a la puerta y pidió que
Le abriesen, y así fue. Abrió la puerta una anciana muy anciana y le
Dijo que pasase, que le estaba esperando. Luismi se sentó en la mesa
Tal y como le había invitado a hacer aquella entrañable viejecita
Él no se atrevió a preguntarle quién era. "Tienes frío, lo sé, por
Eso te estaba preparando esta sopa de tomillo, tómatela, verás qué
Bien te sienta, mago". Luismi no se atrevía a hablar. ¿Dónde estaba?
¿Cómo había llegado allí? ¿Sabría volver? En aquella pequeña casa
Había de todo, el techo estaba repleto de distintas hierbas colgadas
En las vigas de madera, había libros repartidos por todas partes y
Una olla haciendo chup-chup sobre un hornillo de carbón. La casa olía
Fenomenal. La anciana se sentó junto a él y siguió hablando. "Yo te
Puedo ayudar, ¿sabes? Sólo necesito que me ayudes tú a mí", le dijo
La anciana mientras envolvía sus arrugadas y ásperas manitas. "
Yo no puedo salir de esta casa y tengo un amigo que necesita que
Le ayude, ¿lo harás tú por mí?" y Luismi dijo que sí con la cabeza
"¿Ayudar a qué?", pensó. "De acuerdo, lo sabía", dijo la anciana
"No sé cómo se manifestará, sólo sé que se te acercará alguien
Y te pedirá ayuda, a cambio yo te concederé un deseo, y como sé
Que tu corazón es puro, dejaré que sea el que tú decidas,
De acuerdo?". Luismi asintió de nuevo con la cabeza pero no entendía
Nada. ¿Un deseo? Y después de dar el último sorbo a la sopa
Cerró los ojos y todo se hizo oscuro. Se despertó en su habitación
¿Había sido todo un sueño? Ya era de día, así que fue a ver
Qué pasaba,Encontró a su abuela sentada en el sillón y tejiendo
"¿Qué ha pasado, yaya? ¿Por qué no me ha
Despertado el yayo para ir a pescar?"
Su abuela le miró
"¿Que no te ha despertado? Será que no lo he intentado
Cariño, pero dormías como un tronco." Se rio y luego dijo
"¿Cómo te has hecho eso en la cara? ¿Te has dado un golpe?"
Luismi se miró en el espejo que había sobre la cómoda
Y vio la marca de balón en su cara. No lo había soñado
"Nada, nada, yaya, nada que... sí, ayer me di un golpe jugando."
"Ah, bueno, eso es bueno, ¿sabes? De los golpes se aprende."
Aquel día, Luismi se sintió muy extraño. Ayudó como siempre a su
Abuela a preparar la comida y luego, por la tarde, volvió
A asomarse por la ventana. Y la volvió a ver. ¿Cómo se
Atrevería a hablar con esa chica? ¿Qué había sido ese
Encuentro tan raro con aquella extraña anciana? ¿Sería
Verdad lo que le dijo? ¿Le concedería un deseo? ¿Qué pediría?
Los días iban pasando y el verano transcurría con normalidad
Pescar, preparar la comida y soñar desde la ventana de su
Habitación que jugaba en la plaza con los demás niños y se
Hacía amigo de la niña de los cabellos rojizos. Siempre hacía
Los recados que le pedían sus abuelos. En uno de esos días
Andando a por pan, se le acercó un anciano y le preguntó
"Buenas, chiquillo, ¿podrías decirme dónde está el mar? He quedado
Con mis hijos en un restaurante del
Puerto y ando un poco despistado."
Al principio, pensó que era uno de los tantos turistas que
Se perdían por el casco antiguo, pero luego cayó en la cuenta
De que ese debía ser el misterioso amigo de la anciana
"¡Claro que sí! ¡Ahora mismo!"
Así que le agarró de la mano y se lo llevó corriendo hasta el
Puerto, mientras el señor, agarrando su sombrero, gritaba
"No corras tanto, majo, que soy un
Viejo y se me va a salir la cadera."
Y ahí lo dejó junto al puerto. Se despidieron y Luismi
Pudo ver cómo se reunía con los suyos. El corazón le
Latía a toda prisa. ¡Qué emoción! ¿Qué deseo podía pedir?
Aquella noche no pudo pegar ojo. Parecía la noche de reyes en
Pleno verano. No pudo más y se levantó de la cama dispuesto a
Escribir una carta destinada a la chica de los cabellos rojizos
Cogió un papel que había sobre el escritorio y empezó a escribir
Todo lo que sentía. La dobló y la dejó esperando a que llegara
La tarde para entregársela en mano. Ese sería el deseo que
Pediría: armarse del suficiente valor para bajar de nuevo a la
Plaza y entregar la carta a la niña y hacerse amigo de los demás
Chicos. Estaba muy nervioso, el deseo le iba a venir de perlas
Llegó la tarde y Luismi se arregló para la ocasión. Se puso camisa
Los zapatos buenos, se peinó la raya a un lado y se
Puso la colonia del abuelo. Hinchó sus pulmones
Cogió la carta y bajó a la plaza. Y allí estaban todos
Como siempre, jugando. Miró al cielo y pidió su deseo
"Quiero hacerme amigo de todos y dar la carta
A la chica para que sea también mi amiga."
Se plantó de nuevo frente a todos, la chica le miró y
Cuando dio el primer paso con la carta en la mano, se
Tropezó con los cordones y se dio de bruces contra el suelo
"¡Pero qué le pasa a éste!", gritó un niño de fondo y de nuevo, como
En una pesadilla, todos se pusieron a reír. Luismi no se lo podía
Creer. ¿Le estaba pasando lo mismo? ¿La anciana le había engañado?
¿Por qué? ¿Para qué? Se enfureció como nunca y, muerto de vergüenza
Se marchó corriendo de allí. Corría entre las calles con los ojos
Llenos de lágrimas. Corrió y corrió hasta llegar al puerto y, en
Éstas que cogió la carta, la arrugó con todas sus fuerzas y la lanzó
Al mar. Se sentía fatal, se sentía engañado, sentía que
Jamás podría tener amigos. Se sentó en el muelle y lloró
Hasta que se le acabaron las lágrimas y, pasados unos
Minutos, ocurrió algo que nadie podía imaginar. Entre las
Barcas apareció un diminuto barco de papel que gritaba
"¡Ayúdame, por favor! ¡Ayuda! ¡No sé
Navegar! ¡Ayúdame, me voy a ahogar!"
Luismi no creía lo que sus ojos veían. ¿Qué estaba pasando?
Pero, sin dudar, se lanzó al agua a rescatar aquel papel que
¿Hablaba? Lo cogió y volvió de nuevo a sentarse
En el muelle, con el barquito de papel entre las
Manos. "Ya está", pensó. "Ya me he vuelto loco"
"De loco nada", dijo aquel barquito
"No, si estoy hablando con un papel"
"¿Tú no querías un amigo? ¿Qué más te da como sea?"
"Pues es verdad, qué más me da. Estoy tan solo
Que me imagino que un barco de papel es mi amigo"
"¿Me podrás ayudar?", le preguntó el barquito
"¿Ayudar? ¿A ayudar a qué?"
"A navegar. Ya ves, tú eres un niño sin
Amigos y yo un barco que no sabe navegar"
"¿Y por qué no?", dijo Luismi
El sol empezó a caer entre las montañas y el mar y el cielo se
Tintaron de naranja. Luismi dejó aquel barquito amarrado en un rincón
Del muelle para que nadie lo pudiese ver y quedó que bajaría cada
Tarde para enseñarle a navegar. Aquella noche Luismi pudo descansar
Pero se sentía muy triste. Pensaba que se había vuelto loco y había
Imaginado todo lo sucedido. Primero la anciana y luego un barquito
De papel que hablaba. Pero también pensó que, a fin de cuentas, iba
A disfrutar de lo que tenía. ¿Un amigo imaginario? Pues vale, estaba
Bien. Así fue que, cada tarde, Luismi bajó al puerto a enseñar a
Navegar a su nuevo amigo. Él era un buen nadador, así que cogía el
Barquito y se iba a la playa a enseñarle a navegar. Lo hacía igual
Que sus profesores le enseñaron a él a nadar. Primero, lo hacían
Juntos. Luismi ayudaba al barquito a nadar con él cogiéndolo por
Debajo y sin soltarlo. La verdad es que aquel barquito, con aquellos
Ojos azules y la boquita de piñón era muy entrañable. No hablaban
De nada que no tuviera que ver con el mar. Luismi, después de
Las clases de baño, le explicaba junto a la orilla las mismas
Historias que su abuelo le explicaba cuando pescaban. Ya casi no
Se acordaba de los niños de la plaza ni de la niña de cabellos
Rojizos. Cada tarde, después de la siesta, Luismi bajaba corriendo
A encontrarse con él. Sin saberlo, sin darse cuenta, lo necesitaba
Era un amigo, un amigo de verdad, con el que las horas pasaban
Volando. Nadaban y se reían juntos de las cosas que explicaba Luismi
Y así pasaron una, dos, tres, cuatro, cinco y seis semanas y
Aquel barquito, aquel barquito navegó. Llegó el día en que Luismi
Soltó las manos y el barquito, sin darse cuenta, navegaba solo
"Mira, Luismi, estoy, estoy nadando solo. ¡Yo solo!"
Luismi sonrió. "¿Lo ves? No era tan difícil"
"Muchas gracias, eres un buen amigo. ¡Mi mejor amigo!"
Y Luismi, que ya no pensaba si aquel barquito era fruto de
Su imaginación o no, le dijo que las gracias se las tenía
Que dar él, que había sido el mejor verano de su vida. Y en
Estas, que de pronto el barquito sonrió y allí mismo empezó
A desenvolverse. Dejó de tener forma de barco y allí quedó
Una hoja de papel mojado flotando sobre el mar, frente a Luismi
"¿Qué ha pasado? ¿Dónde te has ido?", gritaba con
Lágrimas en los ojos. "¡Vuelve, barquito! ¡Vuelve!"
Pero aquel barquito no volvió y Luismi pudo ver que aquella hoja
Que flotaba sobre el agua no era, ni más ni menos, que la carta
Que había escrito a la niña de los cabellos rojizos y que semanas
Atrás había lanzado al mar. Muy apenado, Luismi se dirigió a la
Orilla con el papel mojado en la mano. Faltaban dos días para
Volver a la ciudad y quería haberse llevado consigo a su amigo
Pero ahora era imposible. Ya no estaba, se había marchado para
Siempre. Una vez en la orilla oyó una suave voz que le llamaba
"Hola"
"¿Eh?"
"Hola, ¿Luismi, verdad? Me llamo Carola", era la niña de los
Cabellos rojizos. Se llamaba Carola y le estaba hablando a él
"Hola, eh, sí, eh, soy Luismi", dijo tembloroso
"Hola, Luismi, te he visto por el pueblo y siempre acabas
Corriendo y como ya se acaba el verano, pues quería
Conocerte. Yo vivo aquí, ¿sabes? YY me gustaría que
Fueses mi amigo. Sé que cada año vienes con tus abuelos
Ah... Eh... Yo... Sí, sí, claro, vivo con...
Digo... Claro, claro que quiero ser tu amigo
Pues qué bien, te dejo aquí mi dirección y así nos escribimos
Cartas, ¿vale? A mí me gusta así como lo hacían nuestros
Abuelos, con papel y esperando cada semana recibir una
Luismi no se lo podía creer y más cuando, sin pensárselo dos veces
Carola le dio un beso en la mejilla y se marchó riendo. Luismi se
Puso como un tomate, el corazón se le salía del pecho. Ya no sabía lo
Que sentía, nostalgia por su amigo y alegría por Carola. El verano
Acabó y como cada año Luismi regresó a la ciudad con sus padres y con
Los amigos, el recuerdo del barquito y Carola, a la que estuvo todo
El año escribiendo. Aquel año Luismi estuvo distinto, hizo un montón
De amigos nuevos en el colegio, pasó el curso escolar y de nuevo
Regresó a su pueblo con Carola. Pasaron los meses y la noche de
Fiesta mayor, mientras el cielo brillaba con los cohetes y petardos
Carola cogió la mano a Luismi y él la besó. Fue sobre las rocas
Que había en la entrada del puerto, en la antigua Roqueta
Y así pasaron los meses y los años y Luismi se hizo cocinero
Se fue a vivir al pueblo y abrió, junto a su mujer, Carola
Un restaurante de paellas, el que sería el más famoso de Valencia
Vivieron muchos años felices en La Blaueta. Nunca se supo si
Aquella anciana y aquel barquito existieron, pero eso nunca
Tuvo importancia. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado
Written by: Manel Rouras, The Harmony Group
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