クレジット

PERFORMING ARTISTS
Francisco Colmenero
Francisco Colmenero
Performer
COMPOSITION & LYRICS
Francisco Colmenero
Francisco Colmenero
Songwriter

歌詞

Abuela, ¿me cuentas un cuento?
Hola mis niños, ¿cómo están?
Cuéntenos un cuento, abuelo
Sí, claro, con todo gusto. Pues aquí vamos hoy
Con el cuento del ratoncillo acusador. Empezó así
Era un carbonero que se casó con Águeda. Los dos eran hermosos y
Fuertes. No habían pasado aún cuatro años desde el día de su boda
Pero los tiempos eran muy distintos. El trabajo faltaba y la miseria
Se había instalado en la cabaña de los esposos. Muchas noches
Marido y mujer se recogían en su lecho sin probar bocado durante
El día. La cabaña de estos desventurados estaba a la orilla de la
Carretera que llevaba hacia el bosque, medio hundida en un hueco
Del terreno. Una tarde, ya al obscurecer, el rey volvía de aquel
Bosque donde acababa de pasar el día cazando, y al llegar cerca de
La cabaña del carbonero, oyó la voz de Águeda que decía de este modo
-¡Qué desgracia! Tan dispuestos que estamos a trabajar día y noche y
No hay un ser humano que nos proporcione tarea. ¡Ay, qué
Sufrimiento! Y todo nos viene de la culpable Eva, de esa
Mujer curiosa cuyas culpas estamos purgando. Si ella hubiese
Sido como yo, que no deseo jamás saber las cosas que no me
Atañen, ni conozco lo que es la curiosidad, todos tendríamos
Mucho que comer y estaríamos muy bien vestidos. Pero...
Águeda no pudo concluir la frase porque llamaron a la puerta
-¿Quién es? ¿Quién es? ¿Qué se le ofrece?
-Soy yo, el rey. Fríos se quedaron los esposos al ver entrar
En su pobre vivienda a tan augusto personaje. No os
Molestéis en prepararme asiento, voy deprisa. Pero ya observo
La pobreza de esta casa. Decidme, ¿sois muy desgraciados?
-Muchísimo
-Sí, muchísimo. Por más que nos hemos esforzado, no podemos
Hallar trabajo en ninguna parte y nos morimos de hambre
-Muy bien -repuso su majestad-, es decir, muy mal. Pero esto va a
Remediarse al punto. Venid conmigo a palacio y allí viviréis en
Adelante como en un paraíso. Sólo una cosa os pido: que obedezcáis
Mis órdenes con verdadera religiosidad. Esto no es mucho que exigir
Los dos esposos fueron de rodillas, hicieron formal
Promesa de acatar las órdenes reales con la mayor devoción
Y hecho este convenio, se levantaron y procedieron
A recoger lo más aprovechable de sus pobres efectos
-Nada os faltará. Salid cuanto antes, y tú, Águeda, echa la
Llave a la cabaña y guárdala en tu bolsillo. Ahora, salgamos
Todo se hizo como el rey lo indicaba y una hora después Águeda y
Su marido entraban en el palacio real. Servidores habilísimos se
Encargaron al punto de los dos esposos. El baño que tomaron en
Agua perfumada con rosas les devolvió la frescura y la belleza que
Las penas casi habían marchitado. Vestidos riquísimos cubrieron
Sus cuerpos y las manos de Águeda se vieron cuajadas de brillantes
Cuando ya estuvieron los dos lujosamente ataviados, se dirigieron
Siempre conducidos por los criados, a una magnífica estancia donde
Estaba servida la comida. En ella no faltaron ricos vinos, salsas
Apetitosas, frutas, viandas bien condimentadas, postres exquisitos
De todo comieron con gran apetito, bendiciendo la suerte que
Había permitido un cambio semejante en su tristísima vida. Iban ya
A levantarse de la mesa cuando el rey se presentó en la estancia
-¿Estáis contentos? -les preguntó
-Señor, estamos muy contentos. Sois un ángel
-No sabemos cómo agradeceros todos estos beneficios
Por única respuesta, les dijo
-¿Veis esa sopera que está cubierta con su tapa? Pues bien, os prohíbo
Que la abráis jamás. Ésta será vuestra mesa todos los días. En ella
Comeréis los mejores postres y viandas que se conocen en el reino
Pasearéis, vestiréis ricamente, poseréis cuanto os venga en gana
Viviréis en el palacio como mejor os plazca. A nada se os obligará
Pero recordad bien que habéis prometido acatar mis órdenes y la
Única que quiero daros es ésta: que no destapéis esta sopera porque
En el momento que lo hagáis saldréis del palacio. ¿Lo prometéis así?
-Con alma y vida. Jamás la vana curiosidad nos hará
Desobedecer al rey magnánimo que nos ha salvado de la miseria
Su majestad salió entonces de la estancia y el marido dijo a la mujer
-¿Cómo te llamas?
Written by: Francisco Colmenero
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