Cuando creí perderte, pensé que me moría de dolor,
Sentí faltar el aire a mis pulmones, sentí paralizado el corazón,
Y con trémulo paso, penetre a la taberna y pedí alcohol,
Bebiendo hasta el exceso pero en
Vano, yo conservaba intacta la razón.
Abandoné aquel sitio, para acabar con mi existencia yo,
Y pensé en el suicidio como medio, de remediar mi desesperación,
Tomé el arma en la mano y en ese instante oí una dulce voz,
Que me dijo detente no te acuerdas, el alivio del mal lo ofrece Dios.
Entonces recordando, mi madre muerta y su infinito amor,
Me dirigí a la iglesia y de rodillas, ante la Virgen imploré perdón,
Diciéndola señora tú que todo lo puedes por favor,
No permitas jamás que me abandone,
Ella mi único anhelo, ella es mi sol.
Y me sentí tranquilo,
Cuando el llanto mis ojos anubló y miré que la Virgen sonreía
Comprendiendo lo grande de mi amor,
Y miré que la Virgen sonreía, comprendiendo lo grande de mi amor.
