Ocaso

He visto la tempestad del mar devorando al sol

He oído los inclementes sollozos del desconocido

He palpado el calor huyendo de la piel

Y olido la furia escondida en el alma

Tan fría resulta la angustia fluyendo en mis venas

Es mi grito vacío resonando en la nada

En la espina más férrea incrustada en mi pecho

Se levanta el desdén de los miedos

Clamor

Condena

Su obscura silueta

Aun ferviente en mi sangre

Se funde con el ocaso de mi lamento

Nuestra angustia padeció ante el yugo del silencio

Cuando el orgullo y la razón encallaron ese entonces

En la memoria aguardas

Como la tierra espera la lluvia

Habitas en yermos desiertos

Más nunca serás primavera